martes, 22 de noviembre de 2016

Golpe de estado.

Me he abierto en canal
con el objetivo de que alguien se acurruque bajo mis costillas
consiguiendo que las partan porque no encajaban,
sólo estaban deseosos de arrancar un pedazo
y colgarlo con el resto de sus trofeos.

¿En qué momento nos hemos hundido tanto?

Alcancé la cima hace unos meses
pero las ansías de victoria
les llevó a jugar sucio a quien alardeaba de lealtad,
a quien usaba más el yo nunca que el yo quiero,
¿les tengo que culpar a ellos de mi ceguera?
¿les culpo a ellos de mi atrevimiento
o me culpo a mí por obviar las señales,
por no querer ser ya igual,
por pretender sentir en este mundo de cuerpos sin latidos verdaderos?

Me cercioré de la similitud que existe entre las personas,
que lo que buscan y lo que ansían es diferente,
pero les asusta el arriesgar
y afirmar que dentro de ellos hay algo que bombea,
que esconden un alma peligrosa
capaz de revolucionar un país,
de cambiar las cosas
y prenderle fuego a los cimientos de esta cárcel.

Pero seguimos con la venda en los ojos
y un candado en nuestra puerta.

Nadie va a entrar,
ni yo salir,
me he declarado en estado de aislamiento.

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