domingo, 5 de abril de 2020

Hipocampo

En el complejo funcionamiento de la mente, el cerebro tiene varias partes donde almacena y trabaja con los recuerdos. Aquellos que son de memoria a corto plazo se retienen durante un periodo de tiempo en la corteza prefrontal, mientras que con los recuerdos que pertenecen a un largo plazo, es el hipocampo el que trabajará con ellos.

Así que, teniendo en cuenta lo anterior, es el hipocampo el que se atreve a mandarme cada mañana, durante esos diez minutos en los que abro los ojos y salgo de entre las sábanas, imágenes de cuando lo que me despertaba no eran los rayos de luz, sino la cercanía de tu cuerpo, tus dedos recorriendo mi cintura y tus besos en mi hombro descubierto. Justo cuando me siento al borde de la cama, me vuelvo a dar cuenta, como todas las mañanas, que he vuelto a dormir pegada a la pared. Mi corazón aún no se ha hecho a la idea y obliga a mi cuerpo a guardarte tu lado en la cama. Sigue reservándote la almohada buena, aún sabiendo que a mí me dolerá el cuello cada día un poco más. No entiendo porque llega a estos niveles de masoquismo.

Por este tipo de cuestiones, es que ahora mismo me da tanta impotencia el saber que en cada rincón de casa hay un recuerdo tuyo. La camiseta que usaste una vez en casa para dormir sigue guardada en mi armario. No la he vuelto a usar desde que nos dijimos adiós, porque hasta ese momento me la ponía como una forma de sentirte un poco más cerca en estos días de aislamiento y soledad, pero tú ya no estás.
Tú ya no estás y no sabes, no te haces una idea, lo que me duele y lo que me está costando explicármelo.

Me duele tanto y no lo sabes.

Se me está destrozando el corazón al pararme en medio de la habitación e imaginarte peinándote delante del espejo. Ahora solo me veo a mí y no es lo mismo.

En mi caja de pandora, ahora guardo todos los planes que dejamos sin cumplir, todas las palabras que quise escuchar de ti y nunca pronunciaste. Sin embargo, estoy haciendo hueco para guardar todos los recuerdos, una vez dejen de doler, una vez que me vuelva a poner tu camiseta, una vez que pueda volver a hacer mía mi cama, una vez que me pare delante del espejo y deje de desear que las cosas hubieran sido diferentes, que todo hubiera sido mutuo y que vuelvas a formar parte de la imagen que éste me devuelve.

Sé que llegará ese día donde todo vuelva a una nueva normalidad.

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