sábado, 22 de julio de 2017

Apenas sé de ti pero.

Te he escrito en el abdomen
una retahíla de frases que quise decir
y nunca pude.
Conforme asciendas,
te encontraras con restos de mis huellas,
arena de la playa
y el sabor dulce del té con azúcar.

Debajo de la mandíbula
hay un collar con una joya que ocupa el centro,
inmensa,
rodeada de retazos de mis besos
que forman las cadenas con los que se anudan a tu nuca.

En las manos te he tatuado los kilómetros recorridos
y el nombre de las canciones que escuché
mientras me esperabas,
indeciso,
siempre con miedo.

Te he presentado a mis demonios
y hasta a ellos les has caído bien.

Creo que dejé en esa habitación más de lo que pensé
y tú me diste más de lo que querías dar a nadie nunca;
y aún así el adiós no fue tan amargo tras la seguridad que aporta la coraza,
indispensable compañera de rotos.

Lloré de todas las maneras posibles sobre tu hombro,
infiel,
temerosa de que te apartaras
y cayera en picado desde la torre de Babel.

Aunque no quieras darte cuenta
estás lleno de pequeñas partes de mí,
determinadas palabras que te harán recordarme.

De esa manera sentirás de vez en cuando el filo del cuchillo del destino también te amenace a ti preguntando el motivo de la cobardía que atesoras.

No te conozco pero sangras,
dueles,
y desarmas.

Te enseñé mis trucos
quedándome desnuda ante ti,
alcé la cabeza
y al clavarme en tus ojos,
dije:
'¿ahora qué?'
Y tú, sonriendo de lado
creyendo tenerlo todo ganado,
respondiste:
'ahora todo, chica.'

No hay comentarios:

Publicar un comentario