sonrisas.
Y como el dicho dice 'todo lo bueno acaba'. Que pena que el disco llegase a su último acorde de guitarra, que el depósito del coche se vacíe con cada kilómetro recorrido y que nuestro amor terminara con ellos.
Cuéntales qué pasaba cuando la tormenta se cernía sobre nosotros trayendo consigo un lado de ti que jamás me permitiste ver. Y al mismo instante que caía el primer rayo, empezabas a gritarle al cielo, culpándolo a él de tus desgracias, culpándome a mí de tus deudas de juego. Parabas el coche, quitabas la música y echabas a andar por la oscuridad de la carretera dejándome sola escuchando a los búhos ulular a mi alrededor. Andabas y andabas y yo te veía alejarte caminando sobre la línea blanca continua que separaba los carriles y que, luego seria como la línea que nos separó a nosotros: INFRANQUEABLE.
Te ibas lejos, alegando que que no querías descargar tu ira contra mí, pero, créeme, al irte así cada noche, me hacías más daño que cualquier posible golpe que me hubieras dado. En ese silencio me concienciaba de que todo esto merecía la pena, que los momentos que me habías hecho pasar habían sido los mejores de mi vida y muchas veces conseguía mantener la calma y esperarte. Pero, llegó el día en el que esos instantes de felicidad se convirtieron en recuerdos ya lejos del día de hoy y me cansé. Dios, nadie sabe lo que me arrepiento de haber hecho lo que hice: arranqué el coche gracias al día que pasamos practicando el como hacer puentes a los vehículos. Ojalá nunca me hubieras enseñado a hacerlo 'Nunca sabes cuando lo vas a necesitar' , recuerdo que me decías cada vez que me negaba a seguir aprendiendo. No debería haberlo necesitado nunca, mi amor, si no te hubieras marchado.
Pisé el acelerador y a los 10 minutos te encontré sentado en la orilla de la carretera, justo detrás de la línea blanca, tan guapo como siempre, mirando a las estrellas, a las mismas que le juraste tu amor por mí mientras sostenías una pistola contra tu sien con determinación. Juro por Dios, que cuando me miraste por última vez y susurraste 'Lo siento, amor mío' no vi en tus ojos más que miedo. Y fue el sonido del disparo y de tu cuerpo desplomándose contra el asfalto lo que me hizo darme cuenta de que, con esa bala, te llevaste todo lo que yo era.