Más de una vez he querido contar nuestra historia, escribirla o recitarla como el mejor poema de amor; siempre he querido poder transmitir a cualquier persona lo que sentía por ti.
Aquello que me hacía volar aunque tú no levantases los pies del suelo.
No voy a negar que hay días en los que me pregunto cómo estarás, en si has llegado a ser feliz y en si, por casualidad, sigues pensando en mí porque yo lo hago, lo hago más de lo que debería.
Me gustaría saber si has logrado conseguir a esa mujer que sea tu sol en vuestros amaneceres, como tú lo eras para mí.
No sé cuántas veces he empezado una carta en la que tú eras el destinatario diciéndote todo lo bueno y todo lo malo que has traído a mi vida, que mi espalda era el mejor lienzo para el arte que creabas con tus caricias, que cada una de mis lágrimas son por ti, y el dolor del pecho no es por el tabaco, es porque tu recuerdo aún tiene su reservado en la mayor sala de mi corazón.
¿Sabes que dicen que el amor no existe? Que es todo una invención, un nombre que darle a los estúpidos revoloteos de las mariposas. Me mantengo firme en esa declaración salvo cuando te veo, joder, cuando te veo las mariposas se convierten en abejas asesinas que me destrozan el interior hasta que admito que existe el amor, porque tú eres amor.
Tú eres mi definición de amor.
Puede sonar demasiado cursi, pero no voy a hacerme la dura cuando es de ti de quien escribo porque nunca lo he sido, y no voy a empezar a serlo ahora, después de un año bajo la putada de quererte.
Porque te quiero, nunca he querido a nadie más y será difícil que quiera a nadie como a ti; y lo siento por haberme enamorado, lo siento por quererte más de lo que debía, lo siento por convertir mis sentimientos en el ancla que me mantiene en pie.
Las despedidas son dolorosas, pero créeme, aún peor fue cuando nos dijimos adiós sin pronunciar palabra, cuando todo terminó y te fuiste dejándome sola con mis inútiles ganas de dejarme morir, de encerrarme y ser tú el único que pudiera rescatarme, el único capaz de echar a un lado la barrera que he construido a mi alrededor para evitar más dolor o para intentar poner algo que me prohíba salir corriendo hacia ti para decirte que me quedo contigo, que mi vida eras, eres y serás siempre tú.
Y cuesta cumplir un siempre pero, tú eres para siempre.