lunes, 25 de mayo de 2015

''Los otros eran simplemente simulacros. Tú eras el incendio''

Puedo decir,
sin miedo a equivocarme,
que fuiste la llama que prendió mis pilares;
y el gran incendio que hizo arder mis inseguridades
haciendo de ellas una pila de cenizas
que con un simple soplido
las mandaste lejos,
tan lejos que no pudiera nunca volver a verlas.

Lo único que deseo y quiero, 
es que aprendas a verte con mis ojos
y sentirte con mis manos,
porque no he encontrado mayor tesoro,
 ni en mis viajes a los lugares más recónditos,
que pueda igualarse a cada una de tus miradas.

Ahogada en un mar de dudas
me sacaste a flote
sin usar nada más que tu mano,
que me sujetó fuerte
hasta que aprendí a andar sola,
hasta que me dejaste andando sola.
Pero no temas,
que he aprendido incluso a volar
y ahora te busco entre las nubes,
que ese era el sitio donde me hacías subir
cuando trazabas mis curvas con tus dedos.

Esa misma canción a piano,
que una vez me tocaste,
suena hoy en aquel bar dónde escuchábamos recitales de poesía.
Qué irónica la vida que te vuelve a traer a mí,
oculto entre notas,
para luego, volver a alejarte
cuando la melodía cesa
y dan paso a los aplausos,
los cuales se clavan en mi alma
como si puñales adornaran mi espalda.

Bajo este cielo encapotado,
escribo los últimos versos
de este poema que tiraré al mar
enroscado en una botella
con la esperanza de que llegue a ti
y tú vuelvas a mí.



sábado, 16 de mayo de 2015

Por preferir prefiero.

Prefiero la tinta a las teclas,
lo negro a lo blanco,
el papel a una pantalla,
ya sea para leer o para escribir.
Por preferir, me decanto por lo intenso:
los cafés bien cargados
y el tabaco fuerte, 
las experiencias irrepetibles
y un rojo claro, que se note.

Los abrazos con significado 
a los besos porque sí, porque me aburro
que de esos hay muchos 
y todos saben igual; 
que no despiertan nada
pero se siguen dando.

Las noches de desenfreno los sábados
y los domingos de películas y mantas;
que ese día es el día internacional de no hacer nada,
que todos necesitamos un descanso 
del caos que es la vida
y los domingos están para eso.

Por preferir prefiero
el invierno al verano
y el otoño a la primavera,
llamadme loca, si queréis,
que lo prefiero a aburrida.

Quiero personas que me iluminen los días
y ni una capaz de nublarlo,
aunque me gusten los días grises.
Pero, claro, siempre se te cuela alguien
con ese poder de destrucción que llevan en la sangre.

Prefiero un buen té a una botella de vodka,
aunque, puestos a elegir,
prefiero el tequila al vodka.
Amores de cama y compañeros de vida,
que se enamoren de tu mente
y no de tu vestimenta,
¿quién dijo que las almas no te hacen perder la cabeza?

Atardeceres en la playa y amaneceres entre rascacielos.
Oye, que por soñar nadie muere
y los sueños solo mueren si muere el soñador.
El boca a boca que hace correr tanto rumores
que son más malos que un tumor,
como el nombre de un buen libro poco conocido.

Prefiero la poesía
ya sea cantada,
recitada
o escrita;
lo que importa es lo que expresa
y lo que te hace expresar. 

Prefiero las estrellas que cuentan historias
esas que una vez le contaron dos amantes
acostados bajo ellas,
deseosos de lo que les deparaba el destino.
Quién sabe qué hay a la vuelta de la esquina
pero si por elegir fuera,
elegimos el camino más difícil,
que nos contaron de pequeños,
que es el que mayor recompensa nos da.

jueves, 7 de mayo de 2015

Si por dejar fuera.

Si por dejar fuera, que sea dejar marca; muérdeme, déjame arañarte la espalda o dime un te quiero de esos tuyos que dejan huella tanto en la piel como en el alma.
No quejarnos por falta de besos, comernos a ellos y comernos, ¿quién dijo que la única forma de demostrarse amor era colgando un cartel en un puente? Eso está ya muy visto. Todas las esquinas tienen ya una pintura con dos nombres y el famoso para siempre.
Yo te dejo ser mi eternidad entre las sábanas, déjame a mí ser tu pecado más íntimo (y más deseado)
Deja que todo fluya, que nada influya, que somos tú y yo los que contamos y, fíjate, que las nubes, por una vez, se han puesto de nuestro lado ocultando las estrellas para darnos un poco de intimidad; que los cotillas tienen la lengua muy larga y solo quiero que conozcas la mía.

Tenemos mucho que contarnos, tus pecas por ejemplo, o mis lunares, por donde quieras empezamos; hay días, hay tiempo y, gracias al cielo, que no tenemos prisa, que esto va pa' largo.
Mi madre siempre dice mejor que sobre a que falte pero yo prefiero decirte que mejor que me eches de menos a que me eches de más. Que no me quiero cansar de nuestras peleas en la almohada, que sean tus labios los vencedores y guíen a tus manos por la curva de mi clavícula hacia la victoria. Mil y una noches te susurraría que tengo ganas de ti porque no es necesario subirse a una moto en marcha y gritarlo para que quede claro, que los susurros con amor valen más que los gritos con deseo.
Bajaría la luna y subiría yo para contemplarte sin que me veas, y cuando el sol intentase echarme, le suplicaría que se retrasase un poco, que obras como tú no se ven todos los días; y si se le ocurre preguntarme cómo soy capaz de hacer tal afirmación sin nigún atisbo de duda, te señalaría en el momento en el que guiñas los ojos cuando ríes, se te forman esos hoyuelos (que tantas veces he mordido) a ambos lados de esa boca y largas esa carcajada capaz de dejarme sin aliento, porque no hay sonido más bonito que tu risa. Quizás solo sea yo la que te ve arte, ¿y qué más da? Los atardeceres los crearon para dejarnos con la boca abierta y, juro que cada vez que te veo mirándome con ese toque sombrío en los ojos, me quedo más bocas que si tuviera a la mismísima Coco Chanel delante de mis narices.

Obsérvame dormir a escondidas, creyendo que no te veo pero, mira si la vida me hizo pícara, que hasta que no noto tu cuerpo junto al mío, no cierro del todo los ojos, porque no hay mayor belleza que verte sentado con ese brillo en los ojos que tan bien conozco porque es el mismo que se instala en mi mirada cuando me cruzo contigo, y no hay mayor placer que te acerques a acariciarme la mejilla con los dedos y apartarme esos mechones rebeldes que me tapan la frente, para acercar con cuidado tu boca a mi oído libre y susurrarme sé que estás despierta, así que, amor, hazte a un lado porque no aguanto ni un minuto más sin ti. 
Me quedo aquí, contigo, no me voy.

Las noches en vela por sentir tu tacto en mi columna y los escalofríos por tu respiración bajo mi oreja, pero, por favor no pares, que no hay mejor manera para erizarme la piel que tu aliento.
Quieto ahí, acércate, tengo que contarte un secreto: te quiero.

Rodéame la cintura con tus brazos, protégeme de la realidad a la que no me quiero enfrentar. Se está demasiado a gusto escondida en tu cuello para salir a la calle y no volver a sentir tu esencia. Cobíjate en mi pecho, déjame cuidarte, prometo no hacerte daño (quizás un poco, pero con amor, siempre con amor), recorreremos los rincones de ésta casa tan sombría, llenándola de luz y alegría, y que nuestros gemidos acompasados se escuchen en cada habitación como banda sonora de mis despertares. Que no quiero nada más que no sean tus labios, entíendelo y entiéndeme que no hay nadie como tú y no hay nadie que me iguale, entiende que mi colchón ya tiene la forma de tu cuerpo y tus sábanas echan de menos mi contacto.
Ven aquí, no te vayas, seamos uno.