domingo, 25 de septiembre de 2016

Entreabierta.

No te he buscado entre la gente
y, sin embargo, te he encontrado
en los hoyuelos de una chica que le sonríe al mar,
en las miradas perdidas que me devuelve el espejo
y en una brújula que no encuentra su norte.

No sé si te has presentado en la puerta de mi casa
o es que tu recuerdo ya vive bajo mi cama
temeroso de salir antes de tiempo
y sea capaz de hacerle frente,
le venza en la batalla
y moribundo se atreva a decirme
que nos veremos en mis sueños.

De ahí mis ojeras,
en ellas te acuno
por miedo a quedarme oscuras
y me roces la columna con los labios.

Te reto a desaparecer y poder descansar
pero siempre dejas la puerta entreabierta
alegando ser éste tu hogar,
que mis costillas te han dejado ocupar
la esquina más próxima a casa
y que quieres regresar.

viernes, 9 de septiembre de 2016

De una fotografía.

Me conozco sus manos,
los pliegues de sus dedos
y la delicadeza que desprenden
si es piel quien los prende.

Podría decir qué cicatriz lleva mi nombre
y te encontrarías con un lienzo en blanco.
Entero.
Él no sufre, él duele.

Reconozco sus labios,
sobre todo, estando partíos
de haberlos mordido
reprimiéndose las ganas de hacer trampas
para que salga luna
y libere sus armas.

En su ombligo creaba tempestades
mientras me besaba las rodillas
y me hacían hueco las estrellas
para situarme entre ellas.

Mi soporte, sus hombros,
piedra angular de su estructura.
Abriendo paso,
creando mundos,
desvalijando el mío,
enmudeciendo el frío.

He paseado más veces por sus clavículas
que por las calles de mi reino
y las luces de éste brillan por su dicha
con la misma fuerza
con la que a su brazo me agarraba,
al perder ficha
y ganarla el sol
despertándome a deshora
y recordando,
el muy cabrón,
que eso terminó.

"O corres o mueres"
dijo con mi corazón sobre la mesa.
Permanecí.
Lo fulminó.
Se marchó.
Sucumbí y corrí,
vacía,
pero me fui.

sábado, 3 de septiembre de 2016

C.

Voy a escribirte en los párpados mi nombre
para que, cuando estés lejos,
aún te acuerdes de mí
y sepas que siempre tendrás un lugar al que regresar.
Que sepas que dónde yo esté,
será también tu hogar.

Tengo un plan malvado
en el que quiero llevar a cabo
que tu felicidad se multiplique por cien
y tus ganas de vivir nunca decaigan.

Tengo un plan malvado
para hacerte sonreír al recordarme, arrancarte las lágrimas y quedármelas yo.
Prefiero inundar mil bares a que se humedezcan tus pestañas.

Tu marcha es planeada
y tu adiós muy controlado,
con un abrazo peligroso
y mis manos a la espalda para evitar pedirte que no me dejes separarme de tu lado.

Te veo arrastrar tus maletas,
tus sueños te llevan ventaja,
aunque ya llevas a uno de la mano;
lo estás cumpliendo, chica.
Esto lo has conseguido tú sola,
con tu esfuerzo y sudor,
con tu ambición y garras.

No llores cuando vayas
llora cuando vuelvas
que allí eres tú,
aunque aquí seamos contigo.

Aquí te esperamos
con rosas en los brazos
y mil momentos por vivir
queriendo saber
qué mujer es la que cruzará esas puertas.

Aquí te esperamos a ti,
a tu alegría
y a que vuelvas a pintar de azul los cielos que dejarás nublados con tu ida.

Aquí te esperamos,
valiente,
atrevida
y con el corazón lleno de vida.