Prefiero la tinta a las teclas,
lo negro a lo blanco,
el papel a una pantalla,
ya sea para leer o para escribir.
Por preferir, me decanto por lo intenso:
los cafés bien cargados
y el tabaco fuerte,
las experiencias irrepetibles
y un rojo claro, que se note.
Los abrazos con significado
a los besos porque sí, porque me aburro
que de esos hay muchos
y todos saben igual;
que no despiertan nada
pero se siguen dando.
Las noches de desenfreno los sábados
y los domingos de películas y mantas;
que ese día es el día internacional de no hacer nada,
que todos necesitamos un descanso
del caos que es la vida
y los domingos están para eso.
Por preferir prefiero
el invierno al verano
y el otoño a la primavera,
llamadme loca, si queréis,
que lo prefiero a aburrida.
Quiero personas que me iluminen los días
y ni una capaz de nublarlo,
aunque me gusten los días grises.
Pero, claro, siempre se te cuela alguien
con ese poder de destrucción que llevan en la sangre.
Prefiero un buen té a una botella de vodka,
aunque, puestos a elegir,
prefiero el tequila al vodka.
Amores de cama y compañeros de vida,
que se enamoren de tu mente
y no de tu vestimenta,
¿quién dijo que las almas no te hacen perder la cabeza?
Atardeceres en la playa y amaneceres entre rascacielos.
Oye, que por soñar nadie muere
y los sueños solo mueren si muere el soñador.
El boca a boca que hace correr tanto rumores
que son más malos que un tumor,
como el nombre de un buen libro poco conocido.
Prefiero la poesía
ya sea cantada,
recitada
o escrita;
lo que importa es lo que expresa
y lo que te hace expresar.
Prefiero las estrellas que cuentan historias
esas que una vez le contaron dos amantes
acostados bajo ellas,
deseosos de lo que les deparaba el destino.
Quién sabe qué hay a la vuelta de la esquina
pero si por elegir fuera,
elegimos el camino más difícil,
que nos contaron de pequeños,
que es el que mayor recompensa nos da.