domingo, 13 de diciembre de 2015

Para quien nos enseña.

Me estás agarrando la mano.
Aunque tú no lo sientas,
pero me tienes cogida de la mano.
Haces círculos con tu dedo índice 
en la longitud de mi pulgar,
y alguna que otra vez, 
se te escapa un apretón
para recordarme que ahí estás.

Estamos cogidos de la mano
pero caminamos separados,
se ha bifurcado nuestro camino
y no sabemos por dónde tirar;
estamos parados en el arcén,
con los intermitentes puestos
decidiendo si yo tomo tu sendero
o tú el mío.

La noche acecha
y el miedo se acerca,
ya lo oigo,
¿tú lo escuchas?
nos quiere rasgar la piel
hasta entrar a lo más profundo
y ponernos del revés.

Mira al cielo,
coge aire
y que cada uno eche a correr,
que la ilusiones rotas
nos van pisando los talones.
Qué miedo pasé
al encontrarme sola en ese bosque de voces
que aclamaban por mi atención;
¡ayúdame!
chillaban
y esos gritos me taladraban la cabeza
para instalarse allí.
Grité y grité contra ellas,
para que mi voz se escuchara por encima
y así volverme algo más cuerda.

Me quedé sin voz
y las voces sin fuerza;
caí de rodillas
y lloré.
No emití sonido alguno
e intenté llamarte
y no aparecías
pero te seguía cogiendo la mano
aunque no estuvieras,
aunque corrieras por tu bosque,
te sigo manteniendo en pie
y yo sigo andando
aún cogida a tu mano
sin despegarme nunca
de esa caricia tan cercana
y a la vez, ya perdida.

Llegué a un prado
donde el sol brillaba
y mi pálida piel
cogió color.

Míralo cómo canta en la copa del árbol,
qué libre,
qué único,
qué vivo.
Ahí estás,
más grande que nunca.
Me dices
estás más alta
y te respondo
me siento más pequeña.
Me preguntas por tu vida
y te digo que la tengo aquí guardada,
en el lado izquierdo del pecho,
que sigue bombeando
y que está bien.
Sé que me la vas a pedir de vuelta
y no sé si estoy preparada para dejarla marchar,
al fin y al cabo
ahora es mía.

Lo entiendes
y te alejas,
yo me acerco
y das un paso,
me tomas la mano
y susurras
ya sabes andar sola
me soltaste la mano
y, sin yo quererlo, eché a volar.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Vete. Vuelve. No me mates más.

Te tengo atado con hilos en el umbral de mi mundo
con un pie dentro 
y los sueños fuera
sin saber si cerrar la puerta
y abrir una ventana
para que por ella salgan
los acelerados latidos
que hacían que me doliera el pecho.

Tantas vidas me regalaste desde el primer segundo
que cuando contamos hasta diez
nos habíamos quedado desnudos de ilusiones.
Pensamos 
que abrazando con fuerza los miedos
volvería a nacer la esperanza;
que es lo último que se pierde, decían,
pues a nosotros al decir el   se esfumó
llevándose de la mano
el famoso amor para no sentirse tan sola sin su hogar.

Pasan los días 
y, cuando los golpes en la puerta cesan,
la abro y me dejo la garganta
en el mismo lugar donde me robaste
lo que a nadie nunca regalé.

Ahora soy yo la que llora
aunque todavía 
no sé si es por tu pérdida
o por la mía propia.

Escalo hasta la azotea
y, desde allí,
el silencio me taladra los oídos,
los hace sangrar
y te encuentro detrás
y me miras encontrándome
y echo a correr
y caigo en tu pecho
y, por fin, vivo.
Entonces comprendo
que solos estamos vacíos
pero contigo los ríos se desbordan
y yo me siento 
un poquito más completa.

martes, 20 de octubre de 2015

No cierres los ojos.

Levanta la vista hacia el cielo
y observa,
no mires,
tienes que ver;
ver que la belleza
no solo se esconde en una cara bonita.
 Observa el amanecer de vez en cuando,
camina por las calles de una ciudad
cuando aún esté desierta.

Observa que 
los árboles de las calles
están plantados a la misma distancia
pero sus copas se tocan entre ellas,
quizás sea por falta de amor
que se buscan desesperadas
y, a lo mejor,
le han dicho al viento
que les sople
para poder rozarse.

Observa los nudos en los cables 
a lo alto de los pisos,
y si piensas que así estás tú
vas bien,
que cuerdos no se va a ningún lado.

Esa chica que 
crees que corre por llegar tarde
quizás solo lo hace por gusto,
por quedarse sin aliento y 
llenarse los pulmones con aire limpio.

Observa cómo cambian de color las hojas de los árboles
para dentro de unos meses caer desde las alturas,
y compáralo con tu vida;
también cambiarás
y caerás
pero habrás vivido
y tus raíces serán tu legado.

Yo sigo caminando
mirando a todos lados
y viéndolo todo,
viendo aquel anciano sentado en un banco
observando la gente pasar
y sonriendo cuando vuela
una pareja
acordándose de a quien amó
 y a quien perdió;
que él también piensa
que la belleza se puede encontrar
en un par de manos entrelazadas para no caer.

Y, 
ahora corre,
que la vida te lleva ventaja.

viernes, 2 de octubre de 2015

Irremediablemente, nos mojamos.

Esta mañana
me asomé por la ventana
y descubrí
que llovía.
O, mejor dicho,
que llovían pedacitos de mí,
que eran los mismos
que te entregué
en ese café
en el que dejé
mis penas sobre la mesa
a modo de propina,

y me echaron del local
por derramar tristeza
por toda el alma.

Qué sinvergüenzas
aquellos que no me dejan
terminar tu poema
aún sabiendo
que 
se va acabando
el papel donde escribir
-en tus alas ya no queda espacio-
y decidí
pintar el cristal de tus gafas
con unos cuantos versos
para que veas el mundo
con un toque de poesía,
que siempre se ve un poco mejor.

Salimos del local,
y nos pilló la tormenta
desprevenidos
y con el corazón en la mano,
con la mala suerte 
que el viento se llevó
el tuyo;
y yo te tendí mi mano
para compartir el mío
No quiero romperlo dijiste.

Y, a día de hoy,
abro la puerta del mundo
y me encuentro
tu mitad en una caja
pidiéndome perdón
por no saber versarme los labios,
cumpliendo tu palabra
y rompiendo mis tabiques,
llenando de polvo
la habitación en la que,
en su día,
me matabas a ellos.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Norte-Sur, todo recto.

Me he perdido
tantas veces
en las curvas de tus labios
que ya no quiero acordarme
del camino de vuelta;
quizás
porque echaría
de menos
lo que nunca
quiero echar
de más.

Sinuosas son las vueltas
que me hacen perder el equilibrio
y caer,
para que,
con la fuerza que desprenden
tus pestañas,
levantarme
y seguir bailando
hasta romper la barra de aquel bar
que tantas veces nos ha visto
contarle las penas a la cerveza.

(Y que tantos
te quiero
ha escuchado)

En la carta
de un restaurante
te sellé
la entrada vip a mi vida,
sin costes
y con barra libre a eternidades
hasta que el amanecer nos descubra
y mis sonrojos
valgan para dar vida
a la tuya
y a la mía.

Me quedaría corta
diciendo que
por ti
lo arriesgo todo,
que por ti
me caigo de rodillas
y te beso las heridas.

Me he perdido tantas veces
que ahora ya sé
que mi Norte está en ti,
y yo soy tu Sur
y nunca he odiado más
la distancia que separa
a éstos dos puntos cardinales.

No me vuelvas a dejar perderme
porque mi brújula,
la que me mantiene firme
con los pies en la tierra
y la cabeza en tu pecho,
eres tú.

martes, 11 de agosto de 2015

con una pizca de cariño.

Si quieres
te pinto el cielo de azul
cuando el gris 
no te combine con la felicidad.

Si quieres 
te dejo un poco más claro
que las estrellas se alinean
cada vez que escuchan tus pasos
para deleitarse con tus andares.

Si quieres te hago eterno.
Si quieres nos hago indestructibles;
pero veremos a ver
cómo lo hago conmigo
porque a cada pestañeo que das
la brisa que me llega
me eleva un poco más
y el golpe puede ser mortal
si dejas de mirarme.

Si quieres,
y,
solo si quieres,
te escribo la ristra de versos
más bonita jamás escrita
solo por tenerte
mirándome como si de mi boca
salieran melodías;
y es normal que me mires así
cuando alabo cada una de tus pecas
como si formarán el camino a mi locura
lleno de curvas,
engañoso
y aventurado.

Si quieres
le digo a Sabina que nos cante
y a Shakespeare que nos cuente
rogando por tener un final 
más decente que
ese tal Romeo
y una tal Julieta.

Si quieres
nos tumbamos en la cama
desnudos
y observamos el gotelé del techo
justo antes de rozarlo 
con la yema de los dedos.

Si quieres
nos podemos querer
un poquito más.

domingo, 9 de agosto de 2015

Hacia delante.

Se supone
que nos enseñaron,
al menos a mí,
a luchar contra viento y marea,
a romper toda lógica
con nuestra locura,
a escalar hasta lo más alto
y lanzarnos al vacío
para sentirnos más llenos.

Se supone
que romperíamos cualquier ley
ya sea de la física
o psíquica,
volvernos locos solos
y cuerdos juntos.

Nos dijeron 
que no viviéramos
presos del reloj,
que quien marca el tiempo
eres tú
que puede ser tu día cada noche
y pueden hacer
de tu madrugada
un atardecer.

Romper las ventanas
nunca sonó tan bien
que cuando sabíamos
que no había rejas detrás;
y,si las hubiera habido,
las habríamos partido.
He aprendido que la libertad
no se consigue por estar solo
sino por no depender de nadie.

Quebrantemos las normas
que nos metan en prisión
y hagamos huelgas;
escapemos de ésta
y sigamos en las calles,
que el poder es nuestro
no de los de arriba;
que se escuchen nuestros gritos,
que la revolución está aquí,
que somos nosotros
y en la punta de la lengua
notamos
el sabor de la victoria.

No hay mal
que por bien no vengan,
o eso dijo mi padre,
y si mil montañas
tenemos que sobrepasar,
para mil y una tenemos fuerza.

Me enseñaron a no rendirme,
a pintarme la cara
cual indio bravo
listo para luchar.
Que pueden venir
cientos de militantes
que con piedra y lanza
les hago frente.

Nos han inculcado 
que el marchitarse 
solo es por fuera,
porque por dentro
puedes renacer 
una y otra vez
como la más bella rosa.

Se supone
que nos enseñaron,
al menos a mí,
que estos dos días
que nos quedan
se han de recordar 
cuando vayamos por el tercero,
no que nos recuerden
porque nos olvidarán,
sino 
que los recordemos
como nuestros
días de gloria.

miércoles, 22 de julio de 2015

los de los 90.

Somos una extraña generación
que busca ese algo que nos destruya,
que haga 
que se nos pare el corazón
y nos levante del asiento;
nos obligue a elevar las manos
y gritarle al mundo
que aquí estás
y aquí te quedas,
que todavía falta mucha guerra por dar.


Queremos personas
que sean bombas de relojería
y nos den
alguna que otra noche de insomnio
por el maldito orgullo;
oh, orgullo,
fiel compañero,
que las clavas cuando
menos lo esperan.


Buscamos 
a quien nos haga perder la cabeza
y nos encuentre las bragas 
a las 3 de la madrugada
después de cinco tequilas.


Somos una generación que,
la mayoría de nosotros,
quiere sentirse al borde del precipicio y quedarnos sin habla
cuando vuelva quien se supone que no lo haría.


Somos,
mi amor,
los nuevos amantes suicidas;
pero, 
te voy a decir
que sería un honor
morir juntos.

martes, 14 de julio de 2015

Medianoche.

El incansable contoneo
de las agujas del reloj
me distrae,
me emboba,
y me hace creer
que podría pararlas
en este mismo instante,
justo ahora
que ha dado la medianoche
y los jóvenes echan a volar;
justo ahora
que los gemidos se vuelven música
y el brindis de dos copas
la batería en su esperado solo.

Mi casa me echa de casa,
me obliga a salir
y beberme hasta las nubes
para no escucharme
recitar frente al espejo
los versos de su risa.

Medianoche
y no tengo alas.

Medianoche
y no escucho brindis.

Medianoche
y sigo siendo yo,
aunque no quiera.

Medianoche,
sola,
al fin y al cabo,
pero medianoche.

Una llena luna
me dice que corra
y cientos de estrellas
me incitan a atraparlas,
sin embargo,
me he dejado las ganas en casa,
llevando conmigo
sólo la percha de la que cuelgo.

Medianoche,
vida mía,
y yo sin mí.

lunes, 1 de junio de 2015

Poesía.

''Eras poesía.
Toda tú eras poesía.
Desde tus uñas mal pintadas
hasta los rizos alocados que adornaban 
la terraza de ese mundo imprevisible
que sostenían tus hombros.

Eras poesía.
Toda tú eras poesía.
Los más bonitos versos
se creaban en tus piernas,
esos caminos interminables
que a mí me gustaba recorrer
aunque no me lo mereciese
y me dejabas.
Por eso también eras poesía.

Eras poesía.
Toda tú eras poesía.
La cálida luz
que alumbraba la estancia
y me guiaba hasta casa,
hacia tus brazos.

Eras poesía.
La más bonita carta jamás escrita
de un hombre a su amada
cuando sabe que no la verá más
pero aún así 
le jura amor eterno.

Toda tú eras poesía.
Tu sonrisa de marfil
y tus ojos de cristal
que me desnudaban
cada vez que me miraban,
haciéndome frágil.

Eras poesía,
aún lo eres
y lo seguirás siendo
aunque me desarmes
cada vez que llores
y vuelvas a unir
mis piezas sueltas
cuando rías.

Serás poesía
incluso cuando sueltes tu último aliento
y yo lo recoja con mis manos
para guardarlo
y que me inspire a escribir
los segundos versos más bonitos
que los primeros
se escribían 
cuando pronunciabas mi nombre
y se me hincaba el alma de orgullo
al saber
que alguien como tú,
tan libre,
me tenía.''


-Carta de un hombre a su amada cuando sabe que no la volverá a ver

lunes, 25 de mayo de 2015

''Los otros eran simplemente simulacros. Tú eras el incendio''

Puedo decir,
sin miedo a equivocarme,
que fuiste la llama que prendió mis pilares;
y el gran incendio que hizo arder mis inseguridades
haciendo de ellas una pila de cenizas
que con un simple soplido
las mandaste lejos,
tan lejos que no pudiera nunca volver a verlas.

Lo único que deseo y quiero, 
es que aprendas a verte con mis ojos
y sentirte con mis manos,
porque no he encontrado mayor tesoro,
 ni en mis viajes a los lugares más recónditos,
que pueda igualarse a cada una de tus miradas.

Ahogada en un mar de dudas
me sacaste a flote
sin usar nada más que tu mano,
que me sujetó fuerte
hasta que aprendí a andar sola,
hasta que me dejaste andando sola.
Pero no temas,
que he aprendido incluso a volar
y ahora te busco entre las nubes,
que ese era el sitio donde me hacías subir
cuando trazabas mis curvas con tus dedos.

Esa misma canción a piano,
que una vez me tocaste,
suena hoy en aquel bar dónde escuchábamos recitales de poesía.
Qué irónica la vida que te vuelve a traer a mí,
oculto entre notas,
para luego, volver a alejarte
cuando la melodía cesa
y dan paso a los aplausos,
los cuales se clavan en mi alma
como si puñales adornaran mi espalda.

Bajo este cielo encapotado,
escribo los últimos versos
de este poema que tiraré al mar
enroscado en una botella
con la esperanza de que llegue a ti
y tú vuelvas a mí.



sábado, 16 de mayo de 2015

Por preferir prefiero.

Prefiero la tinta a las teclas,
lo negro a lo blanco,
el papel a una pantalla,
ya sea para leer o para escribir.
Por preferir, me decanto por lo intenso:
los cafés bien cargados
y el tabaco fuerte, 
las experiencias irrepetibles
y un rojo claro, que se note.

Los abrazos con significado 
a los besos porque sí, porque me aburro
que de esos hay muchos 
y todos saben igual; 
que no despiertan nada
pero se siguen dando.

Las noches de desenfreno los sábados
y los domingos de películas y mantas;
que ese día es el día internacional de no hacer nada,
que todos necesitamos un descanso 
del caos que es la vida
y los domingos están para eso.

Por preferir prefiero
el invierno al verano
y el otoño a la primavera,
llamadme loca, si queréis,
que lo prefiero a aburrida.

Quiero personas que me iluminen los días
y ni una capaz de nublarlo,
aunque me gusten los días grises.
Pero, claro, siempre se te cuela alguien
con ese poder de destrucción que llevan en la sangre.

Prefiero un buen té a una botella de vodka,
aunque, puestos a elegir,
prefiero el tequila al vodka.
Amores de cama y compañeros de vida,
que se enamoren de tu mente
y no de tu vestimenta,
¿quién dijo que las almas no te hacen perder la cabeza?

Atardeceres en la playa y amaneceres entre rascacielos.
Oye, que por soñar nadie muere
y los sueños solo mueren si muere el soñador.
El boca a boca que hace correr tanto rumores
que son más malos que un tumor,
como el nombre de un buen libro poco conocido.

Prefiero la poesía
ya sea cantada,
recitada
o escrita;
lo que importa es lo que expresa
y lo que te hace expresar. 

Prefiero las estrellas que cuentan historias
esas que una vez le contaron dos amantes
acostados bajo ellas,
deseosos de lo que les deparaba el destino.
Quién sabe qué hay a la vuelta de la esquina
pero si por elegir fuera,
elegimos el camino más difícil,
que nos contaron de pequeños,
que es el que mayor recompensa nos da.

jueves, 7 de mayo de 2015

Si por dejar fuera.

Si por dejar fuera, que sea dejar marca; muérdeme, déjame arañarte la espalda o dime un te quiero de esos tuyos que dejan huella tanto en la piel como en el alma.
No quejarnos por falta de besos, comernos a ellos y comernos, ¿quién dijo que la única forma de demostrarse amor era colgando un cartel en un puente? Eso está ya muy visto. Todas las esquinas tienen ya una pintura con dos nombres y el famoso para siempre.
Yo te dejo ser mi eternidad entre las sábanas, déjame a mí ser tu pecado más íntimo (y más deseado)
Deja que todo fluya, que nada influya, que somos tú y yo los que contamos y, fíjate, que las nubes, por una vez, se han puesto de nuestro lado ocultando las estrellas para darnos un poco de intimidad; que los cotillas tienen la lengua muy larga y solo quiero que conozcas la mía.

Tenemos mucho que contarnos, tus pecas por ejemplo, o mis lunares, por donde quieras empezamos; hay días, hay tiempo y, gracias al cielo, que no tenemos prisa, que esto va pa' largo.
Mi madre siempre dice mejor que sobre a que falte pero yo prefiero decirte que mejor que me eches de menos a que me eches de más. Que no me quiero cansar de nuestras peleas en la almohada, que sean tus labios los vencedores y guíen a tus manos por la curva de mi clavícula hacia la victoria. Mil y una noches te susurraría que tengo ganas de ti porque no es necesario subirse a una moto en marcha y gritarlo para que quede claro, que los susurros con amor valen más que los gritos con deseo.
Bajaría la luna y subiría yo para contemplarte sin que me veas, y cuando el sol intentase echarme, le suplicaría que se retrasase un poco, que obras como tú no se ven todos los días; y si se le ocurre preguntarme cómo soy capaz de hacer tal afirmación sin nigún atisbo de duda, te señalaría en el momento en el que guiñas los ojos cuando ríes, se te forman esos hoyuelos (que tantas veces he mordido) a ambos lados de esa boca y largas esa carcajada capaz de dejarme sin aliento, porque no hay sonido más bonito que tu risa. Quizás solo sea yo la que te ve arte, ¿y qué más da? Los atardeceres los crearon para dejarnos con la boca abierta y, juro que cada vez que te veo mirándome con ese toque sombrío en los ojos, me quedo más bocas que si tuviera a la mismísima Coco Chanel delante de mis narices.

Obsérvame dormir a escondidas, creyendo que no te veo pero, mira si la vida me hizo pícara, que hasta que no noto tu cuerpo junto al mío, no cierro del todo los ojos, porque no hay mayor belleza que verte sentado con ese brillo en los ojos que tan bien conozco porque es el mismo que se instala en mi mirada cuando me cruzo contigo, y no hay mayor placer que te acerques a acariciarme la mejilla con los dedos y apartarme esos mechones rebeldes que me tapan la frente, para acercar con cuidado tu boca a mi oído libre y susurrarme sé que estás despierta, así que, amor, hazte a un lado porque no aguanto ni un minuto más sin ti. 
Me quedo aquí, contigo, no me voy.

Las noches en vela por sentir tu tacto en mi columna y los escalofríos por tu respiración bajo mi oreja, pero, por favor no pares, que no hay mejor manera para erizarme la piel que tu aliento.
Quieto ahí, acércate, tengo que contarte un secreto: te quiero.

Rodéame la cintura con tus brazos, protégeme de la realidad a la que no me quiero enfrentar. Se está demasiado a gusto escondida en tu cuello para salir a la calle y no volver a sentir tu esencia. Cobíjate en mi pecho, déjame cuidarte, prometo no hacerte daño (quizás un poco, pero con amor, siempre con amor), recorreremos los rincones de ésta casa tan sombría, llenándola de luz y alegría, y que nuestros gemidos acompasados se escuchen en cada habitación como banda sonora de mis despertares. Que no quiero nada más que no sean tus labios, entíendelo y entiéndeme que no hay nadie como tú y no hay nadie que me iguale, entiende que mi colchón ya tiene la forma de tu cuerpo y tus sábanas echan de menos mi contacto.
Ven aquí, no te vayas, seamos uno.

sábado, 18 de abril de 2015

'la tristeza es extremadamente bonita'

Escribo esto con un temblor sobrecogedor en las manos, como si hiciera un frío de mil demonios bajo las sábanas de mi cama, o quizás sea porque hacia tanto tiempo que no oía el repiquetear de las teclas del ordenador intentando hacer magia con unas cuantas palabras, y que salga algo decente de esta locura a la que llamo mi mente; no sé, también puede ser porque no sé qué espero conseguir cuando termine este escrito, olvidarte quizás, olvidarme más bien.

He interpretado muchas veces delante del espejo de mi habitación las cosas que me gustaría decirte si alguna vez volviéramos a encontrarnos, siempre terminando ese discurso con un seguro y rotundo 'te he olvidado' que para la chica reflejada parece ser creíble pero mi mente se ríe de mí ante semejante estupidez y mi corazón se ríe, también, pero éste por no llorar pensando en lo que se le viene encima al pobre. Con todo lo que ha pasado y el peso que sigue soportando en sus hombros. 
Con pasos pesados y lentos me pierdo por las calles, dando la vuelta cuando me topo con un callejón sin salida y viéndoles una estrecha similitud con lo que es mi vida; con miles de preguntas sin respuestas y con un montón de respuestas sin sentido que ya ni me acuerdo de cuales eran sus correspondientes incógnitas. Intento ir rápido pero esta noche he decidido tomarme las cosas con calma y admirar, de alguna manera, la belleza que desprende esta ciudad aunque no te tenga para que oigas mis 'si tuviera una buena cámara podría hacer las mejores fotos de estas callejuelas' o 'creo que estas vistas son de lo mejor que contemplaré en años', tú te limitabas a sonreír y mirarme como si estuviera loca al decir eso en cada mirador al que subíamos. Lo que no sabías es que me hubiera gustado tener una cámara buena para poder haber inmortalizado esos pequeños segundos en los que te apoyabas en la barandilla de cualquier lugar y te perdías pensando en todo y mirando a cualquier punto fijo en el horizonte, quizás un árbol cualquiera o una persona que paseaba cargada de bolsas; se relajaban tus facciones y tu respiración era más pausada, más a mi compás. Transmitías paz, una paz de la cual nunca podía disfrutar porque eras un torbellino de acciones, no te gustaba estar parado más de cinco minutos sabiendo que podías estar haciendo otras cosas que merecieran más la pena, ya fuese limpiar la casa o amarnos en el sofá.
Me acostumbré a ir así, con prisas, sin frenos por la vida, esquivando a la gente como pudiéramos porque siempre se nos hacía tarde para ir al cine o nos olvidábamos de la reserva que habías hecho en cualquier restaurante y teníamos que salir corriendo, yo con tacones y tú con la chaqueta desabrochada, cogiéndome la mano para que no me alejara. 
Que mi freno de emergencia no sirvió contigo y seguiste corriendo más y más rápido, alejándome de tu agarre, dejando que me perdiera en las calles abarrotadas de personas desconocidas que miraban con mala cara a esa chica en vestido y tacones que estaba parada en mitad de ninguna parte y buscando por todos lados a ese alboroto al que llamas pelo.

Y ahora, estas mismas calles que tiempo atrás estaban hasta los topes de colas de gente intentando pasar, se encuentran vacías a mi caminar pero llenas de la tristeza que evoco por cada poro de mi piel.
Llega a mi mente, como una suspiro inesperado el recuerdo de tu voz ronca a las dos de la madrugada diciéndome que la tristeza tenía unos matices distintos a los de cualquier otro sentimiento y que, a tu parecer, era extremadamente bonita. Lo dijiste mientras me levantabas el mentón con dos dedos y observaste mis ojos para decir que esperabas no ser el culpable de ese tipo de belleza en mí.
Sigo caminando por una calle que parece no tener fin hasta que me encuentro con lo que era tu restaurante favorito, ahora cerrado y con un cartel en la puerta que dice 'Se traspasa'. Llámame loca si quieres pero sentí una punzada horrible en el pecho al comparar ese cartel con tu marcha, tan inoportuna y tan decisiva, que si tanto sabías que te irías podrías haberte llevado mi corazón entero en vez de dejarme con la otra mitad que busca desesperadamente abrazos sin dueño a los que aferrarse para completarse y poder volver a respirar.
Saco un bolígrafo de mi bolso y escribo en el cartel:
' He dejado de correr pero sigo extremadamente bonita'

miércoles, 11 de marzo de 2015

yo te busco y te vas.

Mil caminos he cruzado,
tantos rostros he podido ver
con la simple esperanza
de que en el próximo puerto
en el que bajase,
visualizarte entre la multitud,
de puntillas,
con esos pantalones desgastados,
y la camisa de los domingos;
buscando entre la gente,
buscándome
y encontrándome.

Bajo sol y sombra he estado
he sentido lluvias y tormentas cayendo sobre mí
y no me ha importado.
Y, ¿sabes para qué, amor mío?
para observar
cómo nos bailaban las palabras,
ya que el menear las caderas nunca fue tu punto fuerte,
pero jamás te cansabas de hablar
y menudos bailes te marcabas
con el simple bamboleo de tus labios.

He arrancado corazones
y destrozado almohadas
con el objetivo
de hallar el mismo tacto
que provocaban en mí tus sábanas,
esas que regábamos a besos
y nos cubrían de la realidad.

He hecho mil y una cosas
de las que no me enorgullezco
y otras que volvería a repetir sin dudarlo.
Daría la vuelta al mundo
por dos razones:
la primera,
por verlo
y la segunda,
por verte verlo.

He cerrado puertas y bajado las persianas
 con el fin de no dejarte marchar;
y nunca entendí cómo
pero hallabas la manera de huir
a cada amanecer;
he dejado a medias los cafés
y vacías las botellas de tequila,
no me preguntes por qué,
pero me recuerda
a nuestras noches
por las calles de Segovia.

En resumen,
lo he dejado todo por ti
y tú me has dejado a medias
en este misero polvo
que dices que es la vida.

domingo, 15 de febrero de 2015

'¿quién será el primero en decir 'adiós'?'

''La sincronía de nuestros pasos es la misma que cuando echábamos a andar por mitad de ninguna parte, sin ni siquiera sentir la necesidad de hablar porque nuestros silencios eran cómodos, parecía que al callarnos y que solo se escuchase la brisa nocturna, un brazo invisible nos acogía en su regazo para acunarnos hasta que se nos pasase el frío de la madrugada y pudiéramos volver a nuestras vidas grises pero pintadas de rosa para disimular y hacer creer a los demás que nunca podrán llegar a ser como nosotros, cuando daríamos todo lo que creen que tenemos por una pizca de la felicidad que ellos conservan y que parece que nunca se les acaba, oye.
Seguiremos despidiéndonos con un beso al irnos a trabajar y nos cogeremos de la mano cuando vayamos a comprar, saldremos a cenar los sábados y algún que otro viernes iremos al cine, pero solo para disimular ya que dentro de esas paredes a las que llamamos hogar, el silencio es sepulcral y hace meses que tu lado de la cama está frío y tengo que hacer dos camas en vez de una. Ya no hay sonrisas tímidas, ni bromas que acaban en guerras y esas guerras en ropa desperdigada por el suelo y las sábanas sobre nosotros. Ahora hay reservas en habitaciones de hotel y viajes largos por trabajo para buscar en otras pieles lo que la nuestra pide a gritos y no encontramos en casa.
Todo está frío, las botellas de vino se acaban por separado y no con nosotros viendo una película tapados hasta el cuello por las mantas y que, por debajo de éstas, me acaricies el muslo para lograr dormirme y poder llevarme en brazos hasta la cama porque, según me dijiste una vez, te recordaba a cómo entramos en casa una vez que nos dimos el 'sí quiero'.
Éramos felices, éramos los más felices, ¿qué nos pasó? ¿en qué momento cambiamos las carcajadas que nos dejaban sin aire a los gritos ahogados? ¿cuándo se acabó nuestro amor? Quizás nos centramos demasiado en nuestros trabajos, aunque esa es siempre la típica excusa; a nosotros nos pasó otra cosa porque antes siempre encontrábamos un hueco, por pequeño que fuera, para llamar al otro solo por escuchar su voz o pronunciar un delicado 'te quiero' y poder sentir su sonrisa incluso a través del teléfono. Lo que nos pasó a nosotros fue que empezamos a andar juntos sin haber aprendido a gatear antes, y cuando llegamos a la empinada cuesta nos olvidamos de poner el freno, estampándonos con lo que ahora es nuestro día a día, una dolorosa e indiferente rutina que nos está consumiendo y que logrará destruirnos poco a poco si no le ponemos fin; ambos sabemos que uno de los dos tiene que ponerle el punto final a esto, porque la gente ya no se cree que las ojeras sean por las horas extras en el trabajo o las horas extras empleadas en nosotros, por eso he decidido escribirte esto diciéndote que me voy, que tienes el papeleo de la separación en este mismo sobre y que eres libre al igual que yo también lo soy al fin. No quiero que te tomes esto como que nuestro tiempo juntos ha supuesto para mí un infierno porque no es así, todo lo contrario, encontré en ti a mi compañero de viaje y de vida pero, como bien siempre ha dicho mi madre, hay gente que entra en tu vida para quedarse, otra que parece que lo va a hacer pero, en cambio, se va cuando menos te lo esperas y otras personas que sabes que están de paso, pero tú siempre, siempre, tienes que seguir hacia delante, dejando la puerta abierta a quien quiera pasar que la puerta de atrás también permanece abierta para los que se marchen; y tú, bueno, ambos nos lanzamos fuera de la vida del otro, así que la culpa no es tuya, ni es mía, es de los dos. Sé todo lo feliz que no has podido ser conmigo, yo intentaré serlo también.
Hasta luego.
-R.''

martes, 20 de enero de 2015

'que la piel es de quien la eriza'

Sentada en las escaleras del jardín, la llama del cigarro se va consumiendo mientras Yiruma y sus acordes a piano me hacen acordarme de él, aunque para qué mentir, ya no hay ni una sola canción que no me lleve a recordarle.
Veo cómo el viento balancea las ramas de los árboles, cómo los pájaros se posan sobre éstas y esperan a que más se unan a ellos. Una vez leí que cuando dos pájaros se crían juntos en cautividad y uno de ellos muere o escapa, el otro deja de comer y  piar; como si entrase en una depresión extrema, hasta que termina muriéndose por la falta de su compañero de vida.
Es triste pero se puede asemejar un poco a nosotros, bueno, y a todas las personas que no esperan la marcha de su compañero y que, cuando ocurre, hay un tiempo que no saben cómo soportarlo y dejan de brillar con esa luz que guiaba e iluminaba la vida de otras personas. Es extraña la manera en la que, sin quererlo, empezamos a depender de otra persona para sonreír cuando debería de servirnos con nosotros mismos y la luz del sol, o los días nublados a quien los prefiera, como yo.
Muchas personas cuando intentas contarle sobre ese gran amor de tu vida y ven que giras la cara para que no vean esa lágrima tonta que se ha escapado de su jaula, te cogen del mentón y te dicen ''ni en un millón de años ese chico, por importante que sea para ti, merecerá que el sol se sienta con superioridad porque dejes de sonreír al pensarle''.  Supuse que con ese 'sol' se referían a él y desde ese momento dejé de mirar al sol, que nos alumbra, directamente porque incluso eso me recordaba a él y opté por encariñarme con los atardeceres porque significaba que se iba y me dejaba la noche para mí, para seguir pensándole aunque esas veces no me veía hacerlo.
Por eso se me hace tan duro el levantarme cada día y ver que está ahí aunque en verdad no esté y que nunca volverá a estarlo; qué desgracia la mía tener que vivir con este vacío que no se va ni a golpes de cigarros, y ni esos golpes podrían alcanzar alguna vez ese dolor que me produjo su adiós y que aún, después de lo que para mí han parecido siglos, sigue devorándome por dentro.
He optado por no hablar más de él, quizás así se vaya del todo y deje espacio para quien no se quiera ir; y digo 'del todo' porque aunque no esté a mi lado físicamente, su alma sigue destrozando la mía a base de palabras que duelen más que las balas. Pero, claro, cómo vas a olvidar a la única persona que se te ha colado tan dentro que no sabes como echarla, que es peor que ese amigo que viene de visita y se queda 3 meses en el sofá de la sala, peor que ese verano que no parece acabarse nunca, porque él no se va a ir y me tocará hacerle sitio a quien venga e intentar no comparar sus besos con los que me daba él y no decir que siempre amaré más con el corazón en perfecto estado que con uno hecho trizas, que es como lo dejó con la seguridad de ser él el único capaz de juntar las piezas. Que dicen que la piel es de quien la eriza, y ¿qué hago si esa persona nunca volverá a tocarme?