miércoles, 3 de febrero de 2016

L.

Mírala andar,
parece que vuela sobre los demás,
inalcanzable cual sueño
y real cual humana,
tan cristal que deja ver su corazón,
a prueba de balas, increbrantable,
puro,
y sincero.
Creo que no hay mejor definición para ella.

Mírala mirar,
se cruza en todas las vías
buscando esa intersección 
que la haga pararse en seco,
y echar el freno de mano
para quedarse a vivir en un par de ojos
que nunca se cierren.

Mírala cómo ríe,
la manera en la que cura males
y suaviza caras tristes.
Un jarro de agua fría a esos que no creen en los milagros.
Ella lo es.

Mírala ser,
con la ropa puesta
y el alma a pelo,
más desnuda y frágil nunca la verás.

Mírala vivir,
prometiendo lo imposible
y logrando tachar ese prefijo de mierda,
regalando vidas
y agrandando esperanzas.

La vi derrumbarse como lo hacen
los últimos cimientos de una casa en ruinas
cuando soplan los vientos del norte,
pero también la vi proclamarse reina,
bella e inalcanzable,
sobre esos prejuicios de quienes de ella dudaban.

Yo la he visto, y la sigo viendo
y os invito a aprender a mirarla
como se miran las obras de arte:
con detenimiento,
fascinación
y paciencia
que ella no se aleja.
Acércate tú a descubrirle los detalles
y contarle las cosquillas.


Posdata: espero que lleguéis a verla sentir.
Eso sí que es un espectáculo.