viernes, 23 de diciembre de 2016
Carta abierta.
Pequeña valiente, tú que gritas, que discutes, que calmas, que razonas, que empatizas,
Tú, que luchas cada día con el reflejo del espejo esperando un hoy sí y que pasas de largo por no querer destrozarte el día, Tú, que temes la negativa pero casi siempre piensas que todo va a salir mal porque crees no ser merecedora de que nada bueno te ocurra. Tú, que apareces cuando todo el mundo ya se ha ido para apoyarte en mi hombro y susurrar que pase lo que pase, el mundo seguirá girando y nosotros con él. Tú, que te plantas delante de lo que no entiendes y preguntas mil veces ¿por qué? y no, eso no te hace menos inteligente, al contrario, al igual que tampoco lo hace el saber reirte de ti misma y tampoco lo hace el equivocarte. Lo que hagas después de ello es lo importante.
Tú, pequeña valiente, que sacas lanza y escudo con tal de proteger a aquellos que en tu corazón reinan, tú que te da igual enfrentarte a mil dragones con el fin de asegurar la paz a quienes te rodean. Tú, que apostarías tu vida para darles la oportunidad a otros de poder vivir la suya.
Pequeña valiente, que lloras a solas para no dar pie a que nadie te vea débil, o eso te dices, porque, que sepas, que no hay nadie más fuerte que quien a veces admite ser vulnerable y enseña su cara triste. Tú, que prefieres solucionarlo todo por tu cuenta para no depender de nadie.
Independencia. Tienes esa idea tan grabada a fuego en tus costillas que a veces me da miedo tu libertad, tu soledad escogida.
Tú, que proclamas que hay que tratar a los miedos de tú a tú, hacerles frente y de ellos escribir, y tú aún no lo has hecho por el miedo al miedo y por ello prefieres encerrarte.
Tú, que proclamas que la valentía es lo que nos salva de la vida, y a mí me estás salvando tú.
Pequeña valiente, que cerraste a cal y canto tus puertas y ahora, justo ahora, que he llegado yo, entras en el debate interno sobre si buscar la llave que tiraste Dios sabe donde, o echarme de la puerta de palacio donde llevo siendo tu vagabundo diez noches enteras.
Decidas lo que decidas, mi pequeña valiente, ha sido un honor poder llevarme en el bolsillo algunas de tus palabras, la sonrisa verdadera de cuando hablabas de tus sueños y saber, muy en el fondo de tu armadura, que algún día serás libre de salir de tu palacio de cristal.
Tú, mi pequeña valiente, seguiré aquí.
sábado, 10 de diciembre de 2016
Alusiones.
Es una cruel existencia
la que me aleja de lo buscado,
la que me hace seguir corriendo
aún cuando me he quedado sin aire.
He perdido el camino de vuelta a casa de tanto terreno andado,
mis huellas han sido borradas por la lluvia.
Ahora tengo que construir otras cuatro paredes
que me resguarden del incendio,
que me cobijen de la intimidante mirada de la luna,
jueza de vidas mediocres,
reguladora de ríos de llanto.
Que se salve quien menos ruido haga,
yo ya estoy perdida,
me he dejado la garganta
en la soledad de estas páginas
y no sé cómo convencerlas de que me arropen esta noche
que el frío ha calado en lo más hondo de mis huesos.
Juegan conmigo sus cartas
con la artimaña montada
para hacerme a mí perder lo poco que me queda:
el pintalabios rojo y la dignidad.
Siempre he dicho que llevando eso puesto,
jamás irás desnuda.
No vuelvas, cariño, cuando ya me haya reinventado,
ya no me servirías de nada,
no vengas a contarme tus cuentos victimistas que a la que más hacen sufrir
es siempre a la que menos llora.
martes, 22 de noviembre de 2016
Golpe de estado.
y afirmar que dentro de ellos hay algo que bombea,
que esconden un alma peligrosa
capaz de revolucionar un país,
de cambiar las cosas
y prenderle fuego a los cimientos de esta cárcel.
Pero seguimos con la venda en los ojos
y un candado en nuestra puerta.
Nadie va a entrar,
ni yo salir,
me he declarado en estado de aislamiento.
lunes, 14 de noviembre de 2016
Quien te cuide.
domingo, 2 de octubre de 2016
Octubre.
A veces, durante estos días, le quito el candado a tu recuerdo y lo dejo campar a sus anchas por las calles de mi alma.
He de ser sincera y decir que Octubre nunca me hizo demasiado bien
Si sumamos a mis alergias la resta de mis pocas alegrías y tus muchas idas, el resultado no pinta positivo.
Pinta ser demolición bajo tus órdenes, tortura con tu mirada impasible sobre mis heridas abiertas.
Octubre hace un poco más pequeñas mis alas y el vuelo veloz se reduce a un ligero aleteo con el fin de no perecer.
Los párpados parecen más pesados y, a veces, solo a veces, me permito imaginarte agarrándome la cintura, que ahora quema, o rozarte la clavícula y balancearme en ella como niña inocente ignorando que, minutos después, me empujarías al vacío.
En Octubre me grita un poco más el corazón y tú le contraatacas alegando que la culpa es suya por agrandarse al escuchar tu nombre.
Déjalo que ame, sólo me hace daño a mí.
Yo, de rodillas, suplico que bajéis las armas, que no hay dolor más severo que el de las palabras, os pido clemencia que no puedo aguantar otro asalto más; he derramado mucha sangre y merezco descansar.
En Octubre todo se vuelve un poco más gris y es tu aliento el que enfría, tu risa la que hace llover, porque ya no hay lirios que me traigan esperanza, no en este mes.
domingo, 25 de septiembre de 2016
Entreabierta.
viernes, 9 de septiembre de 2016
De una fotografía.
Me conozco sus manos,
los pliegues de sus dedos
y la delicadeza que desprenden
si es piel quien los prende.
Podría decir qué cicatriz lleva mi nombre
y te encontrarías con un lienzo en blanco.
Entero.
Él no sufre, él duele.
Reconozco sus labios,
sobre todo, estando partíos
de haberlos mordido
reprimiéndose las ganas de hacer trampas
para que salga luna
y libere sus armas.
En su ombligo creaba tempestades
mientras me besaba las rodillas
y me hacían hueco las estrellas
para situarme entre ellas.
Mi soporte, sus hombros,
piedra angular de su estructura.
Abriendo paso,
creando mundos,
desvalijando el mío,
enmudeciendo el frío.
He paseado más veces por sus clavículas
que por las calles de mi reino
y las luces de éste brillan por su dicha
con la misma fuerza
con la que a su brazo me agarraba,
al perder ficha
y ganarla el sol
despertándome a deshora
y recordando,
el muy cabrón,
que eso terminó.
"O corres o mueres"
dijo con mi corazón sobre la mesa.
Permanecí.
Lo fulminó.
Se marchó.
Sucumbí y corrí,
vacía,
pero me fui.
sábado, 3 de septiembre de 2016
C.
Voy a escribirte en los párpados mi nombre
para que, cuando estés lejos,
aún te acuerdes de mí
y sepas que siempre tendrás un lugar al que regresar.
Que sepas que dónde yo esté,
será también tu hogar.
Tengo un plan malvado
en el que quiero llevar a cabo
que tu felicidad se multiplique por cien
y tus ganas de vivir nunca decaigan.
Tengo un plan malvado
para hacerte sonreír al recordarme, arrancarte las lágrimas y quedármelas yo.
Prefiero inundar mil bares a que se humedezcan tus pestañas.
Tu marcha es planeada
y tu adiós muy controlado,
con un abrazo peligroso
y mis manos a la espalda para evitar pedirte que no me dejes separarme de tu lado.
Te veo arrastrar tus maletas,
tus sueños te llevan ventaja,
aunque ya llevas a uno de la mano;
lo estás cumpliendo, chica.
Esto lo has conseguido tú sola,
con tu esfuerzo y sudor,
con tu ambición y garras.
No llores cuando vayas
llora cuando vuelvas
que allí eres tú,
aunque aquí seamos contigo.
Aquí te esperamos
con rosas en los brazos
y mil momentos por vivir
queriendo saber
qué mujer es la que cruzará esas puertas.
Aquí te esperamos a ti,
a tu alegría
y a que vuelvas a pintar de azul los cielos que dejarás nublados con tu ida.
Aquí te esperamos,
valiente,
atrevida
y con el corazón lleno de vida.
viernes, 26 de agosto de 2016
Medias rotas.
Me he dejado arrastrar por el instinto
desmenuzando cada palabra esperando sorpresa,
rasgando los estímulos.
Siempre con prisas
tejiendo un futuro con expectativas no mías.
Tengo miedo a la pérdida,
no al abandono de esas almas corrompidas por mi odio,
sino al mío propio.
Al desapego emocional
y al apego más.
Creo que no tengo remedio
y creo que me encanta.
Me debato entre la ida
y la picardía,
echarle un poco más de cara
y hacer crecer mi rebeldía.
Estamparnos contra la pared
y contarte que aquí duermen mis demonios;
espero que corras
y, en su lugar, te autopresentas.
Creo que eres Sancho y yo Don Quijote,
que te he pegado la locura
al creer que te daría algo que no tengo.
No tengo remedio, como ya te he dicho.
Sí tengo las medias rotas
y sí tengo los labios rojos.
Hablas con una muñeca rota
y te respondo
que no busques algo que no existe,
que tenemos muchos corazones partíos
y ya no caben en mi caja de recuerdos.
lunes, 25 de julio de 2016
Vuestro.
miércoles, 6 de julio de 2016
No son horas.
Son la 1:02 de la madrugada.
No sé qué hago aún pegada a la almohada.
Debería estar enredada en las raíces
que esconden bajo ropa los más tristes;
creando nuevos pasos,
nuevas formas de sobrevivir al holocausto.
Debería estar taconeando,
cerveza en mano,
subirme al escenario,
salir sin bragas
y tirarme al puerto;
hacer mias las rotondas.
Debería estar buscando,
y encontrando,
nuevos escondites
en los pliegues de mi cuerpo
algún loco que diga
que le sobra algo de amor
que me meta un poquito
pa' escapar de tanto horror.
Deberías estar tocando mi ventana
a la 1:26 de la madrugada,
romper los barrotes,
quitarte la bandana,
fundirte en mi colchón
y rasgarme las heridas,
mientras yo vivo diez vidas
viéndote moverte
desde arriba.