Levanta la vista hacia el cielo
y observa,
no mires,
tienes que ver;
ver que la belleza
no solo se esconde en una cara bonita.
Observa el amanecer de vez en cuando,
camina por las calles de una ciudad
cuando aún esté desierta.
Observa que
los árboles de las calles
están plantados a la misma distancia
pero sus copas se tocan entre ellas,
quizás sea por falta de amor
que se buscan desesperadas
y, a lo mejor,
le han dicho al viento
que les sople
para poder rozarse.
Observa los nudos en los cables
a lo alto de los pisos,
y si piensas que así estás tú
vas bien,
que cuerdos no se va a ningún lado.
Esa chica que
crees que corre por llegar tarde
quizás solo lo hace por gusto,
por quedarse sin aliento y
llenarse los pulmones con aire limpio.
Observa cómo cambian de color las hojas de los árboles
para dentro de unos meses caer desde las alturas,
y compáralo con tu vida;
también cambiarás
y caerás
pero habrás vivido
y tus raíces serán tu legado.
Yo sigo caminando
mirando a todos lados
y viéndolo todo,
viendo aquel anciano sentado en un banco
observando la gente pasar
y sonriendo cuando vuela
una pareja
una pareja
acordándose de a quien amó
y a quien perdió;
que él también piensa
que la belleza se puede encontrar
en un par de manos entrelazadas para no caer.
Y,
ahora corre,
que la vida te lleva ventaja.